viernes, 3 de agosto de 2012

Módulo 17: El impresionismo


Es la corriente artística que nace a finales del siglo XIX en Francia. Es considerado el inicio del arte contemporáneo.

Este término fue impuesto de modo despectivo por el crítico Louis Leroy, quien al ver la pintura de Claude Monet, Impresión del sol naciente (1872), enfatizó que la producción artística de ese grupo de jóvenes pintores era un “impresionismo” para cualquier ojo experto que sabía apreciar un buen arte. La casi dilapidaria opinión del crítico se hizo por primera vez en la revista Charivari.

Aunque no era del agrado de la mayoría de estos artistas, pronto se acostumbraron a escuchar este término para describirlos y lo aceptaron, pues empezaron a llamar la atención de muchos que coincidían con sus gustos.

Es necesario señalar que la corriente artística del Impresionismo nació en contraposición con los elementos clásicos y conservadores que impuso la Academia Francesa de Bellas Artes. Cuando los impresionistas presentaron por primera vez sus producciones, los académicos les negaron la oportunidad de exhibir sus pinturas dentro de Bellas Artes, razón por la que también se les conocía con el término de “los rechazados”. Sin embargo, con los años fueron más conocidos como los impresionistas.

El impresionismo marca el inicio de la etapa contemporánea del arte a nivel mundial. La libertad que piden y expresan los artistas será más fuerte que la actitud conservadora de muchos críticos de arte de la Gran Academia de Artes.

Los artistas mostrarán en sus trabajos la libertad que exigen a la sociedad, pero sobre todo marcarán un hito con la creatividad de sus producciones, muchas de las cuales son más coloridas y hasta incluso, muchas, llegan a ser abstractas.
Nuevas técnicas y estilos se crearán y se valorará la luz natural sin la cual muchos artistas no podrán trabajar.

El impresionismo supuso una ruptura de los conceptos dominantes en la pintura y la escultura. Si hasta entonces primaban el estudio racional de la obra, la composición sobre dibujos previos y la claridad de las líneas, los impresionistas abandonaron ese suelo para tratar de captar en sus obras la impresión espontánea, tal como llegaba a sus sentidos.

No les importaba tanto el objeto que se quería pintar como la sensación recibida. La sensación fugaz, efímera, difícilmente perceptible y reproducible. Los pintores impresionistas abandonaron los talleres y salieron al exterior. Sus modelos fueron la calle, el edificio, el paisaje, la persona, el hecho pero no en su concepción estática y permanente sino percibidos en ese momento casi único.

El pintor impresionista pintaba in situ y terminaba la obra con rapidez. Utilizaba trazos sueltos, cortos y vigorosos. Los objetos y el propio espacio no se delimitaban con líneas siguiendo los cánones renacentistas sino que se formaban en la retina del observador a partir de esos trazos imprecisos.

La pintura impresionista descubrió el valor cambiante de la luz y su movimiento, utilizando una rica paleta cromática de la que excluyeron el negro porque el color negro, según decían, no existía en la naturaleza.

Una de los pilares de este movimiento estético fue el intento de plasmar la luz (la «impresión» visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban formas con identidad, los impresionistas pintarán el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo este.

Escultura impresionista: Rodin.

La poca escultura desarrollada en esta etapa del arte fue desarrollada por el francés Auguste Rodin (1840-1917).
Fue el mejor escultor de su época y un renovador de la escultura. Recibió influencia de Miguel Ángel tras un viaje a Italia en 1875 se interesó por las calidades de los materiales, dejando al modelar partes inacabadas para conseguir mayor expresividad y estudiar los contrastes y juegos de la luz.

Enmarcado en el academicismo más absoluto de la escuela escultórica neoclásica, es el escultor encargado no sólo de poner fin a más de dos siglos en busca de la mímesis en las artes tridimensionales, sino de dar además un nuevo rumbo a la ya obsoleta concepción del monumento y la escultura pública. Es por esto que Rodin ha sido denominado en la historia del arte: «el primer moderno».

Educado en la Escuela de Artes Decorativas de París, en un ámbito no sólo ajeno al de las bellas artes, sino además menospreciado por éstas, Rodin dedicó gran parte de su juventud a acumular conocimientos sobre anatomía que en más de una oportunidad le valieron la envidia y el descontento de los escultores reconocidos como tales por la Academia de Bellas Artes de París.

La anatomía en función de la subjetividad artística.

Para Rodin el artista no debía ser un esclavo del modelo, al contrario: era el artista el que escogía, con su propio ojo y sensibilidad, el objeto a representar y por medio de su imaginación era capaz de modificarlo para crear así una imagen totalmente nueva a los ojos del mundo. Es por esto que, en una mirada anatómicamente estricta, podría decirse que las figuras que construye carecen de una lógica en cuanto a las proporciones, pues las proporciones son dadas por las exigencias del sentimiento que se ha querido plasmar y no por reglas biológicas. Rodin había estudiado la anatomía no para ser dominado por ella, sino para usar el cuerpo humano como una herramienta de expresión de la psicología y los sentimientos humanos.

El proceso por el cual están hechas sus esculturas es el vaciado, y aunque en la actualidad conocemos estas piezas trabajadas en bronce, en su época Rodin elaboraba estas piezas en yeso: vaciaba el yeso, material usado como borrador y desechado por los escultores, como una manera de criticar al circuito del arte y a la escultura en mármol (blanco igual que el yeso, pero infinitamente más costoso), reconocida como la única oficial. Su mensaje era claro: la imagen es superior al material con el que está construido.

La contemporaneidad de Rodin no sólo radica en el gran cuestionamiento acerca de la validez de la formación académica en las bellas artes, sino además en aspectos puramente plásticos, como son el uso de la serie (utilizar varias veces la misma imagen en diferentes contextos, formatos y tamaños), el collage (unión y separación de distintas piezas para generar imágenes nuevas), la importancia del soporte (que hasta la época era un pedestal altísimo que separaba al público de la obra, eliminado por Rodin por considerarlo demasiado elitista), y el uso de la anatomía como una herramienta para la manifestación de la espiritualidad humana.

Extracto del artículo de LLucià López Puertollano (http://www.lenguasdefuego.net/Rodin_Granada).
Cuando se observa una escultura de Rodin (1840-1917), los dedos quieren ir hacia ella y acariciarla, porque da la sensación de que tiene el equilibrio perfecto entre la elasticidad y la firmeza, como si fuera humana, de carne, hueso y piel; en una escultura suya no hay bronce ni piedra, sino materia que vive, y las manos quieren pasar por donde ha pasado ese creador.
Esta es la diferencia entre la escultura de Rodin y las demás: no es materia inerte.
Auguste Rodin fue uno de los artistas que verbalizó la necesidad del arte de continuar el pasado, y no meramente reproducirlo, para mantenerlo vivo.
De este modo, su obra no es solamente una revolución de la forma sino también un manifiesto del pensamiento artístico de finales del XIX y principios del XX.
Rodin estaba inmerso en un tiempo en que el Academicismo arrasaba en toda Europa; aquellos que escapaban de esa línea eran intelectualmente condenados y marginados. sobre todo en el ámbito de la escultura, donde las fuerzas tradicionalistas y academicistas eran muy fuertes; en la pintura, ya había desde hacía mucho tiempo algunas escaramuzas en las que los artistas trataban de escapar de la norma; por ejemplo, la Escuela veneciana, Velázquez, Goya, y ya posteriormente Monet, Renoir, etc. Pero en la escultura ese tradicionalismo era mucho más difícil de eludir, debido a la estrecha relación de esta disciplina con el mundo de la arquitectura y con la vida social (monumentos ecuestres, grandes personajes de la vida pública retratados en piedra…): en ese ámbito, era casi imposible introducir una idea como la del Impresionismo. Rodin rompe los esquemas, marca un antes y un después, al revolucionar la escultura de tal manera que luego pudieron desarrollarse genios escultóricos como Giacometti o Henry Moore. Rodin rompió con esos estilos academicistas y, además, en la misma época se le acusó de haber utilizado un molde de una mujer real para una de sus esculturas, por lo que se aprovechó la situación, y la atmósfera ya enrarecida, para expulsarle de la academia de Bellas Artes; y toda esta riña no es más que el antagonismo entre los sectores radicales tradicionalistas y aquellos que tratan de revolucionar la escultura como está sucediendo en la pintura, acercando su disciplina al Impresionismo. Precisamente por ello las esculturas de Rodin juegan a ser bocetos, donde el movimiento y la impresión de los personajes van más allá de lo estrictamente real: entra profundamente en la esencia de lo impresionista.

Sus principales obras.
Estas ideas las podemos ver plasmadas en su obra más importante, Las Puertas del Infierno (1880-1917), para las que en un comienzo fueron pensadas las figuras El pensador (Le Penseur), El beso (Le Baiser) y Dánae. Estas puertas, originalmente hechas para un supuesto museo de artes decorativas de París que nunca fue creado, tienen como tema El Infierno de Dante Alighieri, y en ellas Rodin plasma algunos pasajes de este libro usando como narración los cuerpos de los personajes involucrados.

Las puertas del infierno. Museo Rodin.

El pensador (francés: Le Penseur) es una de las más famosas esculturas en bronce de Auguste Rodin.
La pieza, denominada originalmente El poeta, formaba parte de una comisión del Museo de Artes Decorativas de París para crear un monumental portal basado en La Divina Comedia de Dante. Cada una de las estatuas representaba a uno de los personajes principales del poema alegórico. El pensador, en su origen, buscaba representar a Dante frente a Las Puertas del Infierno (como llamó, en efecto, al portal del que formaría parte), ponderando su gran poema y afectado por lo que está viendo (frisos con las figuras pecadoras bajo él) así como influenciado por las fuerzas divinas que anuncian la desgracia sobre su cabeza (tres sombras o retrato triple de Adán). Los historiadores del Arte también coinciden en esta escultura a la propia figura de Rodin: un hombre que se aterra frente al mundo en el cual le toca vivir, en el que la tecnología da paso a milagros como el cine, y está justo en el centro, donde debe elegir entre enmarcarse en la tradición o revolucionar las artes escultóricas. La escultura es un desnudo, ya que Rodin deseaba una figura heroica al estilo de Miguel Ángel para representar tanto el pensar como la poesía.

El influjo de Miguel Ángel en esta escultura es determinante. El personaje se encuentra sumido en la profundidad de sus reflexiones, librando una batalla interior. A través de la constitución muscular manifiesta la fuerza de los tormentos morales y las angustias humanas. Todo el cuerpo lo tiene empleado en el pensar, hasta los pies están crispados por el esfuerzo de debatirse entre los pros y los contras de sus propósitos.

La luz y la técnica del modelado son impresionistas, pero el vigor de las formas, el trabajo de la materia y las texturas dejan entrever rasgos expresionistas.

El pensador

Rodin hizo un primer modelo de la escultura en yeso en 1880. La primera escultura a gran escala se culminó en 1902, aunque no fue presentada en público hasta 1904.
Existen más de veinte versiones de la escultura en diferentes museos alrededor del mundo. Algunas son versiones ampliadas del original; otras, de diferentes proporciones. El Pensador está fundido en bronce y fue terminado en 1880.

En 1876 realizó La edad de bronce, en la que fue acusado injustamente de utilizar un molde humano.

L'Age d'airain (La edad de bronce) es una estatua de bronce de 178 cm de alto, 59 cm de ancho y 61 cm de profundidad. La esculpió durante 18 meses. Con este desnudo masculino de tamaño natural Rodin se dio a conocer en París al presentarlo al Salón de 1877. La idea era representar a un hombre que encarnara el espíritu de un ser primitivo en su máxima pureza.

La obra fue objeto de una dura polémica, ya que el jurado del Círculo artístico y literario de Bruselas, donde fue presentado el yeso en el mismo año, con el nombre de el derrotado (le vaincu) lo rechazó, y se publicó que estaba hecho de un vaciado del natural y no de un modelo de arcilla del escultor, acusación deshonrosa que persistió en París, donde otros escultores le defendieron. Finalmente, el director de Bellas Artes Edmond Turquet aceptó las pruebas presentadas, ordenó la fundición en bronce y la obra fu expuesta en el Salón de 1880, donde fue galardonada con una medalla, quedando expuesta en el museo de Orsay.
En 1900 se expuso en la Exposición Universal de París con el nombre de El hombre que despierta (L'homme qui s'éveille).

Con posterioridad a este escándalo, su escultura se dividió en dos líneas distintas: la primera, a la cual denominó "alimentaria", era la escultura decorativa de la cual vivía y, como su nombre indica, se alimentaba a sí mismo y a sus amantes, entre las cuales se contó su amiga y ayudante la escultora Camille Claudel; la segunda, más popular y transgresora, es conocida como su obra pura y trascendente en la historia del arte occidental.

Pertenecientes a esta última línea de trabajo, podemos encontrar sus monumentos y encargos más importantes, tales como Los burgueses de Calais (1884) y el célebre Monumento a Balzac (1897), famoso debido a la revolución de la escultura en el espacio público generada por su elaboración.

Los Burgueses de Calais.

Los Burgueses de Calais: se trata de un encargo que representa una hazaña heroica de un conjunto de personas de la ciudad de Calais, que se opone a la ocupación de ésta. Rodin hará una escultura en un podio bajo, a ras del suelo (para que la gente pueda contemplarla mejor). Son un conjunto de seis personas, prácticamente individualizadas debido a la vestimenta, el rostro, su expresión, el gesto de las manos, etc. El tratado es individualizado, sin embargo, las personas se interrelacionan con el movimiento lo que la hace ser considerada como una composición conjunta. La expresividad es una de las características más destacables de Rodin, sentimientos de angustia, orgullo, dolor, en fin, diferentes expresiones según la cara de la figura de la que estemos hablando. Según el punto de vista, tendremos una sensación diferente de la figura.

El beso: también representada en Las Puertas del Infierno. Es importante el movimiento de las obras de Rodin, los diferentes ángulos y puntos de vista que nos ofrecen nuevos detalles, más información sobre la obra (por un lado parece que se besan, por el otro no). Uno de los métodos de Rodin era llevar modelos desnudos a su taller y hacerles girar y moverse para encontrar la postura ideal que le inspirase. También serán importantes las obras inacabadas, la sensación de dinamismo, de que todo es cambiante, de que la obra no es igual según el lugar desde donde sea apreciada, el ritmo de la composición (formada con las posturas, los brazos, cómo éstos se entrelazan, etc.)

Antes de crear la versión en mármol, Rodin produjo varias esculturas menores en yeso, terracota y bronce. En principio fue llamada Francesca da Rimini, nombre de uno de los personajes del Infierno de Dante, que se enamoró del hermano de su marido, Paolo, a su vez casado. Enamorados mientras leían juntos la historia de Lanzarote y Ginebra, fueron descubiertos y asesinados por el marido de Francesca. En El Beso puede verse el libro en la mano de Paolo. Cuando los críticos de arte vieron la escultura en 1887, sugirieron el título menos específico de El Beso (Le Baiser) en lugar del de Francesca da Rimini.

Dibujo de la escultura El Beso.


Tercera copia, en el museo Ny Carlsberg Glyptotek.


La eterna primavera, 1888, es una de las escenas de El beso ideadas por Rodin.
La eterna primavera, 1888, es una de las escenas de El beso ideadas por Rodin.

Camille Claudel
(Fère-en-Tardenois, Aisne; 8 de diciembre de 1864 - Montdevergues, 19 de octubre de 1943); escultora francesa, hermana del poeta, dramaturgo y diplomático francés Paul Claudel.
Desde su infancia en Champagne Camille fue una muy apasionada de la escultura; jugaba con el barro y esculpía a las personas que la rodeaban, como a su hermano Paul y a su sirviente Hélène. En 1882 es aceptada por Paul Dubois, director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Llegó a París en 1883 con el fin de perfeccionar su arte e ingresa en la academia Colarussi.

Camille Claudel en 1884

Tiene su primer encuentro con Auguste Rodin en 1883, y el año siguiente empieza a trabajar en su taller. Camille posa para él y colabora en la realización de las figuras de la monumental Las Puertas del Infierno. La obra de la escultora, a pesar de ser muy cercana a la de su maestro, tiene su toque personal y femenino, sin ser nunca una copia: por eso, Octave Mirbeau proclamó su genio. Aparte de ser una de sus principales colaboradoras, fue también su amante y compañera durante algunos años; se convirtió en su modelo y su musa, inspirando obras como la Danaïde o Fugit Amor. Se produce entre ambos un clima de colaboración y enfrentamiento que enriquece la labor mutua. A pesar de la pasión, la relación entre Rodin y Camille es complicada, conflictiva y con continuas interrupciones y crisis.


Danaide por Rodin




Fugit amor por Rodin

Frecuentan juntos los ambientes artísticos y culturales más importantes del París de la época y pasan juntos largos períodos fuera de la ciudad, pero Rodin está unido sentimentalmente a otra mujer, Rose Beuret, a quien no tiene intención de abandonar para casarse con Camille. Esta situación será la inspiración de una de las obras más importantes de Camille: L'Âge Mûr.

Camille Claudel (1864-1943). L’Âge mûr, c. 1893-1899. Bronze - 114 x 163 x 72 cm
Paris, Musée Rodin

Pintura impresionista
El objetivo de los impresionistas era conseguir una representación del mundo espontánea y directa.
Parten del análisis de la realidad. Hasta ahora la pintura reproducía un escenario en el que ocurría un acontecimiento que conformaba el mensaje para el espectador. Ahora, se quiere que la obra reproduzca la percepción visual del autor en un momento determinado, la luz y el color real que emana de la naturaleza en el instante en el que el artista la contempla. Se centrarán en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos y no en la representación exacta de sus formas ya que la luz tiende a difuminar los contornos. Ven colores que conforman cosas, y esto es lo que plasman, formas compuestas por colores que varían en función de las condiciones atmosféricas y de la intensidad de la luz. Todo esto hace que elaboren una serie de un mismo objeto en diferentes circunstancias atmosféricas y temporales, no les importa el objeto, sino las variaciones cromáticas que sufre éste a lo largo del día.

Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando para ello los colores primarios (azul, rojo y amarillo) y los complementarios (naranja, verde y violeta). Consiguieron ofrecer una ilusión de la realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y yuxtapuestas.

Aunque los hallazgos del impresionismo francés resultaron decisivos para la pintura del S. XX, conceptos como los de luz y color se encontraban ya en la pintura veneciana de mediados del S. XVI. Efectos que también están presentes en obras realizadas por Hals, Velázquez y Goya. Los antecedentes inmediatos los encontramos en los pintores como John Constable, Turner, Corot y en la escuela de Barbizón, con su aportación de la pintura al aire libre.
Otras características de la pintura impresionista:

o La corriente del impresionismo desarrolla más los temas de los paisajes como por ejemplo el aire libre, el contacto con la naturaleza, en el encuentro con la luz, entre otros temas vinculados.
o Tienen grandes pinceladas cargadas de materia pictórica.
o Eliminan el color negro de sus cuadros.
o No utilizan la perspectiva, son más libres en la composición.
o Eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron formas.

Entre los pintores más representativos del Impresionismo tenemos a:

Claude Monet: (1840-1926). Sus primeras obras, hasta la mitad de la década de 1860, son de un estilo realista. Monet logró exponer algunas de estas obras en el Salón de París.
En el Salón de París del año 1865, Monet pudo mostrar dos cuadros marinos. Estos cuadros fueron bien recibidos por la crítica y dio lugar para que Monet planeara la monumental obra El Desayuno para la exhibición del Salón de 1866. Sin embargo no pudo terminar la pintura a tiempo. Durante el trabajo en esta obra, utilizó a Camille Doncieux como modelo, con la que estableció una relación amorosa.

Déjeuner sur l'herbe

Monet planeó la pintura en imitación a la obra Desayuno sobre la hierba de Édouard Manet, que había desatado un escándalo al presentar una mujer desnuda sin un trasfondo mitológico, pero la pintura de Monet era más bien conservadora y se ajustaba al gusto de las masas. Monet era un admirador de la obra de Manet y a partir de 1866 tuvo contacto cercano con él. Como el cuadro planeado para el Salón no pudo estar terminado a tiempo, Monet pintó en tan solo cuatro días la obra Camille con vestido verde, que fue acogida de forma positiva.

Camille. 231 × 151 cm

A partir del final de la década de 1860 comenzó a pintar obras impresionistas. Un ejemplo de este período creativo es la vista del puerto de El Havre titulada Impresión, sol naciente, que le dio nombre al movimiento. Esta desviación del gusto de la época, que era marcado por las academias de arte, empeoró su situación económica. En la década de 1870 tomó parte en exposiciones de arte impresionista en las cuales también participaron Pierre-Auguste Renoir y Edgar Degas.

Impression Soleil levant

Este artista fue el primero en darle importancia a la luz natural, por ello decide pintar la fachada de la Catedral de Rouen a diferentes horas, estaciones y por un periodo de dos años, con la finalidad de demostrar que un mismo tema puede verse de diferente forma si lo observamos con una iluminación natural determinada.
Realizó alrededor de 31 cuadros que causaron la admiración de sus colegas al confirmar su teoría, que la luz natural influye en cualquier objeto y éste será visto completamente diferente según la proporción y la ubicación de la luz.





La Catedral de Rouen.

En esta época, Monet desarrolló el concepto de la «serie» en las que un motivo es pintado con distintos grados de iluminación. Al mismo tiempo comenzó a plantar su famoso jardín en Giverny que luego utilizó como motivo para sus pinturas.


Edouard Manet: Nació en París en 1832. Gracias a las posibilidades de su aristocrática familia pudo viajar y hacer estudios de pintura en los principales centros de Europa. Visitó Alemania, Italia, Holanda, España y sintió gran simpatía por los artistas españoles Murillo, Velásquez, Zurbarán y Goya. Su temperamento desprendido e independiente le permitió ejecutar un arte espontáneo y elegante.
Fue reconocido por el grupo impresionista, como su jefe inicial a quien ha de suceder su gran amigo Claude Monet. Afectado por una grave enfermedad muere en París el año 1883.
La notoriedad de Manet, al menos en las etapas tempranas de su carrera, se debió más a los temas de sus cuadros, considerados escandalosos, que a la novedad de su estilo. No fue hasta mediados de la década de 1870 que empezó a utilizar técnicas impresionistas. En este sentido, Bownes se muestra bastante convincente al demostrar que, de joven, sin llegar a considerarse un innovador, Manet sí trataba de hacer algo nuevo: Buscaba crear un tipo libre de composición que estaría, sin embargo, tan herméticamente organizada en su superficie como los cuadros de Velázquez.

En 1859 presentó por primera vez al Salón su Bebedor de absenta, un cuadro que permitía sin problemas adivinar su adoración por Frans Hals, pero que provocó una turbulenta reacción en el público y en el jurado, inexplicable sin duda para un Manet que durante toda su vida lo único que buscó fue el éxito dentro de la respetabilidad.

El Bebedor de Absenta

El Bebedor de Absenta
En 1859 Manet presentaba esta obra al Salón de París, institución artística de carácter oficial en la que se consagraban los artistas franceses. El jurado rechazó el cuadro, con sólo un voto a favor, posiblemente el de Delacroix. La justificación para rechazarlo vendría por el abocetado con que fue realizado, aunque esto más bien parece una excusa. Lo que no gustó fue el tratamiento de un trapero borracho como un héroe, igual que hacía Baudelaire en su obra Las flores del mal, en la que el pintor se inspiró, de modo que la censura de los textos del poeta se extendió al lienzo de Manet. La figura del trapero Collardet aparece a tamaño natural, embozado en una capa raída y con un alto sombrero de copa. En el pequeño muro que vemos tras él se aprecia la copa de absenta, mientras en primer plano contemplamos la botella, tirada en el suelo. El bebedor se recorta sobre un fondo neutro, iluminado con la luz de las farolas de la calle, con las que crea un excelente claroscuro que recuerda el tenebrismo de Caravaggio. Y es que Manet ha estudiado las obras de los clásicos en el Louvre y se ha empapado de la pintura de Tiziano, Leonardo, Giorgione o Murillo. Pero serán los maestros españoles los que más le llamen la atención, especialmente Goya y Velázquez, al que considera el pintor de los pintores. El empleo de los tonos oscuros, sobre todo negros y marrones, vendría motivado por esa afición al Barroco español. La pincelada empleada es bastante suelta, destacando el rostro, que sería la causa del rechazo del Salón. Pero la base dibujística aprendida en el taller de Couture se aprecia aquí claramente, como en todas las obras del maestro. Por eso contemplamos una figura volumétrica, perfectamente asentada en el espacio y que consigue sensación de perspectiva al situar los elementos en los distintos planos de la escena.


El bebedor de absenta de Picasso,1903.

El bebedor de absenta es un cuadro pintado por Pablo Picasso situado dentro su período azul, fechada en 1903, que retrata al artista y amigo del pintor malagueño, Ángel Fernández de Soto, al que ya retrató en varias ocasiones. El lienzo, de 69,5 por 55,2 centímetros, ha sido subastado en Christie’s, en lo que es la subasta más cara realizada en Londres, por un precio final de 42,1 millones de euros (34,7 millones de libras), con un precio estimado entre los 33 y los 44 millones de euros.
También conocido como El Retrato de Angel Fernández de Soto, es una de las obras más conocidas y admiradas de la época azul de Pablo Picasso, la más impresionista del pintor español, que se extendió desde el cuarto trimestre de 1901 hasta el segundo de 1904.

Almuerzo sobre la hierba
El tono general de la obra de Manet no es el de un pintor radical únicamente preocupado por el mundo visual. Él es un sofisticado habitante de la ciudad, un caballero que se ajusta en todo al concepto decimonónico de dandi: un observador distante, refinado, que contempla desde una elegante distancia el espectáculo que le rodea. Desde este punto de vista, Manet concluye el que será, sin duda, uno de sus cuadros más escandalosos, rechazado en el Salón de 1863 y expuesto en el de los Rechazados, Almuerzo sobre la hierba.

Le Déjeuner sur l'herbe, 1863.

La yuxtaposición de un desnudo femenino con caballeros completamente vestidos suscitó controversia cuando la obra se mostró por vez primera en el Salon des Refusés en 1863, después de ser rechazado por el Salón oficial. Fue el lienzo «más irritante y controvertido» de esa exposición de obras rechazadas . Aparte de considerar vulgar el que una mujer estuviera desnuda junto a jóvenes vestidos, numerosos críticos rechazaron la modernidad del estilo, desde el punto de vista cromático y compositivo.
“Los pintores, y especialmente Édouard Manet, que es un pintor analítico, no comparten la obsesión de las masas por el tema: para ellos, el tema es sólo un pretexto para pintar, mientras que para las masas sólo existe el tema”.
Émile Zola, 1867.

Sin embargo, pese a la aparente unidad del grupo, cada figura es una entidad separada, absorta en su propia actitud o meditación, de manera que ningún tipo de conexión narrativa puede explicar el conjunto. Y esta sensación de ruptura hace que el cuadro parezca desintegrarse en una especie de collage de partes independientes que sólo por un instante se agrupan gracias a su parecido, prestado, con el orden renacentista.

Esta característica podría ser una suerte de homenaje a uno de sus pintores predilectos: Giorgione y su famoso cuadro La Tempestad


Una mujer, sentada a la derecha, amamanta a su bebé. Está desnuda, excepto por un blanco lienzo que le recubre los hombros, símbolo sugestivo pero también de pureza e inocencia.
Por su barriga redonda y por el hecho de estar dando el pecho, podría simbolizar a la fertilidad o a la maternidad. Algunos críticos, sin embargo, opinan que representa la caridad. La posible asociación de la mujer con la Virgen María criando a Jesús es claramente asumible también. Esto lo uniría a multitud de Madonnas del Renacimiento, aunque en este caso la escena sería claramente profana, siguiendo el estilo de su autor.

Un hombre, posiblemente un soldado, sosteniendo una asta o pica, permanece en la postura del clásico contrapposto a la izquierda. Sonríe y mira a la derecha, pero parece no ver a la mujer.
Los historiadores del arte han identificado al hombre con un soldado, un pastor o un gitano. Los rayos X han revelado que en lugar del hombre, Giorgione pintó originariamente otra mujer desnuda. Para algunos, representa la firmeza o la fortaleza. Éstos señalan a los columnas detrás del hombre. Las columnas suelen simbolizar la fuerza o la firmeza. Aunque en este caso, se encuentran rotas, un clásico símbolo de la muerte.

El paisaje podría representar un paisaje de la Arcadia, en las afueras de una ciudad. La escena se completa con un arroyo, árboles y ruinas. Las oscuras nubes del cielo se iluminan por la luz del relámpago, anunciando la inminente tormenta.
Los colores son apagados y la iluminación tenue. Dominan los colores fríos como verdes y azules. El paisaje no es un mero telón de fondo. Giorgione pintó el paisaje para darle un protagonismo. Se dice de La tempestad que más que unas figuras en un paisaje es un paisaje con figuras. La naturaleza se convierte aquí en auténtica protagonista, a la que todo lo demás se le subordina como simples elementos. La hipnótica representación de la inminente tempestad actúa como símbolo del poder de la naturaleza. Solamente los pintores británicos del siglo XIX volverán a plasmar la exaltación de los fenómenos atmosféricos, que junto a las ruinas, son elementos puramente románticos.

Olympia.
la obra no se expuso hasta 1865, en el Salón de París, en donde causó un gran escándalo, ya que aunque el público y la crítica aceptaban los desnudos en obras mitológicas, no era así cuando se trataba de un desnudo realista.

Olympia, 1863.
Explícitamente inspirada en la Venus de Urbino de Tiziano, sin embargo el personaje central resulta ser evidentemente una prostituta parisina.

Venus de Urbino de Tiziano, 1538.

A los pies de la joven desnuda duerme un perrito; la presencia del perro es signo de que la representada no es una diosa, sino una mujer real, aunque no se sabe exactamente quién es. Algo más: el perro, típica alegoría de la fidelidad, aquí aparece, sugerentemente, dormido.
Aunque esta pintura se encuentra directamente inspirada por la Venus dormida del Giorgione, es evidente que se aleja del idealismo característico del Renacimiento italiano. La mayor diferencia con las Venus típicas es que la joven aparece obviamente consciente y orgullosa de su belleza y su desnudez; no existe ningún elemento que provoque la sensación de un distanciamiento "divino": ella mira de un modo dulce, cómplice y decidido al que la observa, mientras su mano izquierda se apoya sobre el pubis, que se ubica en el centro de la composición. Las flores en la mano derecha resaltan el aura de erotismo ya reforzada por la luz casi dorada que ilumina al cuerpo. El color claro y cálido del cuerpo produce una impresión de sensual indolencia, realzada en el contraste con el oscuro del fondo y el colchón; en efecto, el color oscuro del lienzo de la pared provoca una cesura en la mirada que entonces se centra en el cuerpo de la mujer. La fuga de la perspectiva se dirige hacia la derecha y está acentuada por las criadas figuradas totalmente vestidas y con tonos fríos que aportan una cuota de realismo, la presencia de la columna y el árbol en el punto de fuga, y los sucesivos planos iluminados y sombreados que se resaltan en las baldosas. Todo esto hace destacar a la joven desnuda que se encuentra dispuesta en una elegante línea oblicua.
Aunque la obra mantiene elementos del Giorgione, Tiziano innova al exponer claramente la voluptuosidad merced al tratamiento resuelto del desnudo y a la gran pureza formal del conjunto.

Venus dormida de Giorgione, 1508.
La Venus dormida, también llamada Venus de Dresde, es una obra pintada con la técnica del óleo sobre lienzo, sumamente importante por la influencia que ejerció en la representación de la diosa Venus tendida, tema recurrente en el Renacimiento y Barroco.
La pintura retrata a una joven mujer desnuda, cuyo perfil parece acompañar al paisaje que le sirve de trasfondo. Giorgione ha puesto mucha atención al pintar ese paisaje, lo cual se hace notar en los detalles y los sombreados, de este modo la obra posee una exquisitez y un puro ritmo de línea y contorno. La textura de las figuradas telas en donde yace tranquilamente la diosa y el armonioso, bucólico paisaje, dotan a este cuadro de un justo equilibrio entre la placidez y la sensualidad. La obra quedó inconclusa debido al fallecimiento del Giorgione, y el cielo fue posteriormente acabado por Tiziano.
La elección de una mujer desnuda al aire libre efectuada por Giorgione señala una revolución en la historia del arte y es considerada por algunos como el punto de inicio para el arte moderno.

Las connotaciones eróticas son sutilmente planteadas (recientemente durante una restauración fue borrado un Cupido añadido al paisaje con posterioridad a los aportes de Tiziano): la Venus tiene levantado su brazo derecho mostrando así el hueco de la axila, esto es una metáfora del sexo femenino, al mismo tiempo su mano izquierda reposa dulcemente sobre la región pubiana.
El paisaje con sus formas curvas refuerza las de la mujer.

Sin embargo, como en otras obras del mismo maestro, existe una mirada distanciada, una actitud contemplativa hacia la naturaleza y la belleza: la mujer aparece en un sueño recatado, las hojas tienen tonalidades plateadas (color más bien frío, en lugar de los más usados en este tipo de tema, colores cálidos), teniendo la joven una actitud ligeramente rígida en comparación con las Venus pintadas por Tiziano o Velázquez.

Auguste Renoir (1841-1919). Es al mismo tiempo, un revolucionario, al ser de los primeros impresionistas y un artista con un fuerte peso de la tradición, ya que su técnica en algún momento nos recuerda a Tiziano y sus figuras de mujeres gruesas a Rubens. Dentro de la estética impresionista, su pintura se caracteriza porque capta las vibraciones de la luz ondulante y cambiante entre las hojas de los árboles, como puede apreciarse en su obra más famosa “Le moulin de la Galette”, en donde las manchas de colores primarios prestan a la composición una apariencia vibratoria, un temblor de sombras que se mueven a través del cuadro. Es el pintor de la alegría de vivir, lo mismo que Monet lo es de los reflejos y movimiento del agua.

Le Bal au Moulin de la Galette, Museo de Orsay, París.

Edgard de Gas (1834-1917) Conocido como Edgard Degas. Es un impresionista de la forma más que del color. Aunque participó en siete de las ocho exposiciones impresionistas, su arte se mantiene al margen, porque Degas encarna la vena del clasicismo.
La modernidad en Degas, reside en que desplaza los temas académicos por los contemporáneos, estableciéndose con ello una analogía con Manet. Degas es un hábil dibujante, le preocupó captar el movimiento con fidelidad, de ahí que le obsesionaran temas como las bailarinas y las carreras de caballos.
Trabaja los mismos temas que Lautrec, pero no desde la óptica expresionista como éste, sino desde la clásica. Degas es un observador nato de la mujer. Le gusta captar las posturas más insólitas, las poses naturales e instantáneas.
Es considerado uno de los fundadores del Impresionismo. No obstante, su estilo se desmarca del grupo en varios aspectos, fundamentalmente en su preferencia por los temas urbanos con escenas iluminadas artificialmente, en lugar de la pasión por la naturaleza y la luz natural de otros miembros del grupo; su formación académica se evidencia en que no abandona el dibujo sino que lo convierte en elemento esencial de sus elaboraciones de figuras, predominando pues la línea sobre el color; abandona la técnica al óleo para dedicarse exclusivamente al pastel; utiliza encuadres que lo acercan a la fotografía. Es conocido también por su visión particular sobre el mundo del ballet, capturando escenas sutiles y bellas, en obras al pastel.

Clase de baile, 1875 (Musée d'Orsay, París).
Realizó retratos y series sobre el mismo tema, destacadamente las bailarinas, pero también sobre las carreras de caballos, uno de sus temas favoritos, en el que explora el movimiento. Otra serie son los desnudos femeninos que realiza sobre los distintos momentos de la toilette femenina. También representa escenas cotidianas de mujeres, lavanderas, planchadoras o burguesas.

Después del baño de Edgard Degas
Esta línea de preferencia por la luz artificial y los ambientes urbanos es seguida por el postimpresionista Toulouse-Lautrec. Degas fue uno de los pintores, junto a Ingres y Rafael, que Paul Gauguin admiraba y Van Gogh detestaba, como señala el primero en una carta a Émile Bernard, datada en Arlés, 1888.
Cuando la vista de Degas empezó a decaer, comenzó a trabajar otras técnicas como el pastel y la escultura. Degas no armonizaba bien con el Impresionismo por cultivar el dibujo en detrimento del color, tampoco armonizaba con las tendencias conservadoras por su tendencia a cultivar los temas más contemporáneos. Su comprensión le llegó después de la muerte.

Degas y el desnudo
Por Sabine Glaubitz

París, 13 mar (dpa) - Mujeres tumbadas sobre la hierba, bañándose o esperando a la clientela en un burdel... y mucha piel al descubierto. Los numerosos desnudos que pintó el francés Edgar Degas resultaban un tanto sospechosos para sus contemporáneos del siglo XIX. Ahora, el parisino museo D'Orsay reúne sus lienzos, pasteles y acuarelas en una exposición que pretende ilustrar la síntesis de su creación artística.

"Degas y el desnudo", que abre hoy sus puertas hasta el 1 de julio, es la primera muestra monográfica dedicada al artista en más de 20 años. A lo largo de cinco décadas de trabajo, Degas pintó incontables desnudos. Más de 120 se reúnen por primera vez en París, gracias también a la colaboración con el museo de Bellas Artes de Boston.

¿Por qué no se había visto una muestra así hasta ahora? "En el caso de Degas, se le encargaba sobre todo sus representaciones de carreras caballos y bailarinas. Los desnudos fueron relegados a un segundo plano. Eran, por decirlo así, su jardín secreto", explica el comisario de la exposición, Xavier Rey.

El desnudo es uno de los temas tradicionales en la formación artística. Aunque Degas también pintó algunos desnudos masculinos, al estilo de las esculturas antiguas, su fantasía alcanzó su mayor esplendor a la hora de pintar cuerpos de mujer. La ruptura con el academicismo y las formas consideradas ideales se produjo a lo largo de los años 70 del siglo XIX.

Degas empezó a pintar burdeles, con prostitutas que respondían al estereotipo de gordas, sin formas definidas y sin expresión. En parte por eso, las malas lenguas afirmaban que el pintor sólo conocía los burdeles por la literatura. "Se sabe poco de su vida privada. Pero se ha especulado mucho. Algunos incluso afirman que era homosexual", cuenta el comisario.



El artista no trataba precisamente con guantes de terciopelo a sus modelos. Éstas debían mantenerse horas en las posturas más incómodas y antinaturales, y tenían que aguantar sus gritos cuando se movían. "Quizá traté a la mujer como si fuera un animal", explicó en su día Degas. Pero la frase no debe entenderse en sentido literal: Degas quería subrayar que no trataba a la mujer como mujer, sino como un objeto, como un jarrón, puntualizó Rey.

La realidad es que las mujeres de Degas carecen de expresión en su rostro. Nunca miran al espectador, sino que le vuelven la espalda. Lo que al pintor le interesaba era el movimiento: cuando se bañaban, peinaban o vestían. "Hay que repetir un tema diez, cien veces", decía el pintor. Y el reinventó el desnudo una y otra vez a lo largo de 50 años. El resultado: óleos, pasteles y acuarelas dominadas por la luz y expresivas esculturas con una maestría en las líneas y cargadas de sensualidad.

Preguntas de aplicación

1- ¿Qué caracteriza la obra de Rodin?
2- ¿Cuáles son las características de la pintura impresionista?
3- Comenta la pintura El almuerzo sobre la hierba de Edouard Manet (Descripción, características, relación con el estilo del autor y con otras obras de arte).
4- Compara la Olympia de Manet con su referente artístico inmediato: La Venus de Urbino de Tiziano en términos de estilo, temática, composición y detalles y al final da tu punto de vista sobre cual de las dos pinturas te parece más fascinante y por qué.
5- ¿Cómo son los desnudos de Edgard Degas?


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